La
palabra japonesa “Dojo” significa
el lugar o la sala donde se
practica un arte marcial, como instrumento o vía de superación personal.
Su
origen se remonta a la época samurái,
(siglo XV) y a la creación de las
primeras escuelas (Ryu) de Bu-Jutsu,
allí acudían los guerreros del clan no solo para aprender técnicas y tácticas
de combate, sino también para mejorar su carácter.
En aquellos tiempos algunos dojos se
habilitaban en templos budistas, incluso el maestro Jigoro Kano dio el nombre
de Kodokan al espacio o habitación que los monjes Zen le cedieron en el templo Eishoji (Tokyo) para iniciar su método de Judo y sobre todo para dar a los practicantes una formación
moral que los inclinara a llevar vidas dignas, nobles y orientadas hacia metas
superiores.
Desde su creación el Dojo es el
lugar consagrado al propio perfeccionamiento físico, técnico, mental y ético,
por lo que el comportamiento de todos los que allí se reúnen debe ser respetuoso, observando las normas de
etiqueta establecidas.
El ambiente de esta sala de
entrenamiento debe ser acogedor y respirar silencio, sencillez, paz a fin de
que induzca a la calma, el respeto, las buenas maneras, la amistad, la alegría,
y predisponga a realizar un trabajo
serio encaminado al progreso personal.
El Dojo normalmente es una sala
rectangular cuyo suelo está cubierto de tatamis, y cada uno de sus cuatro lados
tiene un nombre, un cometido y un simbolismo, como veremos a continuación.
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