A mantener el cuerpo y la mente en disponibilidad inmediata y permanente.
A saber adaptarnos cuanto antes a lo imprevisto.
A ser dueño de los pensamientos, emociones, palabras y actos.
A interpretar las intenciones del otro (desarrollo de la intuición).
A mirar sin que se refleje en los ojos nuestro estado interno.
A ser eficaces en una acción única y decisiva.
A sincronizar la respiración con los movimientos.
A permanecer concentrado y alerta por largos periodos de tiempo.
A responder con inmediatez y acierto a cualquier circunstancia.
A conservar la lucidez, la determinación y el coraje ante el peligro.
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