En
la actualidad el Dojo debe seguir siendo
el centro al que acudimos dos o tres veces por semana para mejorar nuestra condición física, aprender a
hacer el mejor uso de la energía, descubrir la vía de la no-.violencia,
aprender a impedir que nos hagan daño,
sin hacer daño a nuestra vez, mejorar nuestro carácter enfrentándonos a
nuestros miedos, fobias, inhibiciones, bloqueos somáticos o psicológicos, asimilar
valores y actitudes, etc.
Al
entrar en el Dojo y aunque solo sea por una hora, dejaremos en el vestuario,
nuestro ego, y nuestras preocupaciones cotidianas, y nos dispondremos a ser
receptivos y humildes, condiciones indispensables para aprender y mejorar.
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