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jueves, 28 de junio de 2018

El AIKIDO en mi VIDA, por Rafael Hidalgo


Me pide AIKI CONTROL unas líneas a propósito de la aplicabilidad del aikido en mi vida cotidiana, y la verdad es que no sabría contestar a esa pregunta a no ser que la tome desde un ángulo distinto, a saber: qué me aporta practicar aikido.

Empezaré reconociendo que técnicamente no tengo lagunas sino mares. Empiezo la clase con el cansancio acumulado del día, a menudo estoy realmente agotado, pero enseguida se dispara mi entusiasmo que saca fuerzas de flaqueza. Al finalizar he de reconocer que sólo la generosidad del uke me ha permitido realizar algo que se quiere parecer al aikido.

El ikkyo, técnica básica para el examen de cinturón amarillo, se me resiste. La distancia se me resiste. Conservar el centro se me resiste. Desplazar al uke se me resiste. Marcar un atemi verosímil sin interrumpir el dinamismo del movimiento se me resiste. Mantener una actitud serena ante un ataque contundente se me resiste. ¿Y la respiración? ¿Y los desplazamientos y equilibrio en suwari waza? ¿Y mantener la atención a lo largo de la modesta hora que dura la clase? Se me resisten. Tantos años de práctica y sólo me hace falta practicar con un novato para constatar mi incapacidad frente a un ser indócil y rígido que no se presta a dejarse llevar como Ginger Royers.

Y sin embargo… Pese a todo lo dicho el aikido es una isla de felicidad. Disfruto como un niño con esa danza que busca coordinar dos cuerpos disputando un combate, con giros, agarres, proyecciones. Los problemas quedan en el vestuario pues cada técnica obliga a poner la atención íntegra en ella, cuerpo y mente al servicio de un único movimiento. Y donde el desorden de la vida imperaba surge la armonía.

Luego están esos raros momentos en que una técnica sale redonda, y uno siente que la Fortuna ha querido rozarle con la yema de sus dedos para insuflarle su aliento.

¿Qué es el aikido para mí? Es un oxímoron, el reposo del guerrero al que se llega por la acción; la isla de paz después de un día agotador que se basa en combatir, en vencerse, en volver a lo primario: el movimiento, la respiración, la atención en un sólo punto sin perder de vista todo. Eso y unas cuantas cosas es el aikido en mi vida.

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