El ser humano frente a lo imprevisto, la
amenaza o el peligro puede reaccionar de manera instintiva o reflexiva, pero en
ambos casos el “gen de supervivencia” establece unas prioridades de acción que son:
1.- Mantener o recuperar el equilibrio perdido (corporal,
mental o anímico)
2.- Huir, escapar de ese peligro o amenaza
3.- Resistir, oponerse, luchar
2.- Huir, escapar de ese peligro o amenaza
3.- Resistir, oponerse, luchar
Cuando el individuo pierde el equilibrio por
accidente, o provocado por otra persona, su
capacidad de razonar se bloquea, y su voluntad e intención queda encadenada al deseo de recuperar la
estabilidad, lo demás no cuenta ni se percibe, porque solo desde la estabilidad se puede huir o resistir
(supervivencia).
En Aikido cuando Uke bien equilibrado, apresa
a Tori toda su atención está focalizada en su intención de sujetar y no dejarle
escapar, pero si Tori consigue crear el desequilibrio corporal de Uke, éste abandonará la atención
y la fuerza de su presa para centrarla en el deseo de recuperar la estabilidad.
La misma función cumple el atemi o el kiai para distraer la atención de Uke en sus agarres, aflojar la presa y facilitar
la rotura de su estabilidad.
Tori no puede lograr la máxima eficacia en
sus acciones si no consigue permanecer y
conservar una buena estabilidad.
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