“Yo no tengo
maestros ni gurús clarividentes, mis padres y educadores son las leyes del cielo y
de la tierra. En ellas encuentro la sabiduría para
vivir con acierto.”
“No tengo poderes mágicos, obtengo el poder de la honestidad y el juego
limpio.”
“No dispongo de medios extraordinarios, pero extraigo mis recursos de la mente abierta, la
flexibilidad y la adaptación a todas las circunstancias”.
“No tengo el don de alcanzar imposibles, pero logro el objetivo apoyándome en mi fuerza interior, en el coraje y en la voluntad inquebrantable”.
“No temo a la vida ni a la muerte, acepto lo inevitable con serenidad, pero lucho con diligencia y audacia para evitar el mal que está en mi mano detener, confiando en el buen resultado de las acciones justas”.
“Conozco a mi peor enemigo, el “ego”, que altera la visión objetiva de la realidad con
prejuicios, fobias, envidias, miedos, rencores, etc.
induciéndome al error y sus consecuencias”.
“No tengo castillo, me refugio en la bondad del espíritu humano, la compasión y el sentido de
la justicia que habita en todas las personas”.
“Yo no tengo espada, mi arma preferida es la experiencia, la intuición y mi deseo de obrar
siempre con prudencia y honestidad”.
“Me refugio en la discreción para hablar cuando es preciso, callar cuando el silencio es mejor que las palabras, y expresar únicamente la verdad, desde el máximo respeto a todas las personas”.
“No poseo facultades excepcionales, pero el autodominio y la disponibilidad inmediata y
permanente me hacen excepcional”.
“No trazo proyectos difíciles o irrealizables, me basta con estar alerta y en calma para descubrir la oportunidad y aprovecharla”.
“No busco milagros, pero el milagro me llega desde el respeto a todos los valores humanos y universales”.
“No me encadeno a principios utópicos, la adaptación serena a todas las circunstancias, el espíritu de superación y de logro, son mis
principios básicos”.
“Yo no busco amigos influyentes, mi espíritu, las buenas cualidades y un recto proceder son mi mejores amigos”.
“No tengo enemigos a quienes temer o menospreciar, convierto a la imprudencia, el abuso, la falsedad, la negligencia, la falta de respeto,
el juego sucio, la desmotivación, etc. en mis enemigos a combatir”.
“No poseo un escudo protector, pero la buena voluntad, la justicia y la rectitud me sirven de armadura.
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