El
Bu-Jutsu se convertía en Budo, o camino para servirse de los sistemas de
combate a favor de la paz, erradicando
las situaciones de agresor o víctima, y evitando la confrontación física
por todos los medios posibles. El espíritu del Budo es el aprendizaje de la no
violencia, del entendimiento y de la cooperación.
Esta sublimación de
las artes marciales se debe a las experiencias de los más destacados guerreros
japoneses de hace cuatro siglos, y a la
reflexión de los creadores de las nuevas disciplinas de combate ideadas en el
siglo XIX por Jigoro Kano, Gichin Funakoshi y Morihei Ueshiba, todos ellos
inspirados por la clarividencia, la sabiduría, el amor y la compasión hacia los
seres humanos.
Así es como estas
artes de supervivencia, de guerra y de conquista se convierten en artes de
defensa de la vida y de progreso mutuo.
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