Una
antigua leyenda hindú cuenta que hubo
un tiempo en el que todos los hombres eran dioses.
Como abusaban sin parar de sus atribuciones y
facultades, Brahama el jefe de todos los dioses decidió retirarles tales poderes y esconderlos donde
no pudieran encontrarlos.
Esconderlos si, pero ¿dónde?
Hagamos
un gran pozo y enterremos allí la divinidad de los hombres, propuso uno.
Pero
Brahma respondió: No es buen sitio porque el hombre excavará la tierra y los
encontrará.
Los
dioses replicaron:
En este caso escondamos los poderes en el fondo de los océanos
Pero Brahma respondió: No es un lugar seguro porque el hombre explorará el fondo de los mares, los encontrará y los subirá a la superficie.
Entonces
los dioses menores dijeron: Debemos reconocer que no sabemos dónde esconderlos,
pues parece que no hay un lugar en la tierra o en el mar en el que los hombres
dejen de rebuscar.
Ya sé lo que haremos con los poderes
del hombre, los esconderemos en lo más profundo de sí mismo, porque es el único sitio en el que nunca pensará buscar.
Y desde ese momento, concluye la leyenda, el hombre explora, escala, se
sumerge, excava investiga en todas partes,
buscando ese tesoro que lleva dentro sin saberlo.
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