La práctica constante y bien
dirigida del Judo, del Karate, del Aikido, del Kendo, del Jiu-Jitsu, etc.
apoyada en las actitudes propias del Budo y del Zen, constituye un excelente
medio para facilitar la aparición frecuente de la intuición, ya sea en los
entrenamientos o en el combate de competición, pues es un hecho que afina y amplía la capacidad de percepción de las intenciones
del otro.
Un famoso maestro de Ken Jutsu escribía
en su tiempo:
“Cuando alcanzo la unidad entre el sable y
yo, y libero mi espíritu de todo pensamiento y emoción que pueden cegarlo o
perturbarlo, en ese momento ya no tengo frente a mí a un adversario, porque la
haber hecho el vacío en mí, yo me convierto en él, y todo ocurre como si cada
uno de sus movimientos y pensamientos fueran míos. En ese momento yo sé cómo y
cuando golpear…”
Una sentencia samurái dice así: “El conocimiento es el principio de la
acción, y la acción es el cumplimiento del conocimiento”
El budoka aprende que las actitudes que preparan el terreno para
que aflore la intuición son entre otras:
Seishin . La disposición corporal, mental
y espiritual
Heijoshin. Un estado de calma
imperturbable frente al peligro
Mushin. El espíritu liberado de
pensamientos, emociones, prejuicios, inhibiciones,
deseos, temores, proyectos, etc,
Zanshin.
Alerta y vigilancia permanente en el aquí y ahora
La adopción simultánea de estas actitudes facilita el acceso a las
facultades citadas y a Genshin
ó capacidad de presentir intuitivamente el ataque del oponente antes
de su inicio, permitiendo prepararse con tiempo para recibir su acción y responder con eficacia.
En el mundo de las artes marciales
se da por cierto el hecho de que, un practicante con algunos años de
entrenamiento, desarrolla la facultad de
la intuición por encima del nivel del
individuo común.
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